La Actividad Misionera de la Iglesia
El Señor Jesús, ya desde el principio "llamó a sí a los que El quiso, y designó a doce para que lo acompañaran y para enviarlos a predicar" (Mc., 3,13; Cf. Mt., 10,1-42). Antes de subir al cielo, fundó su Iglesia como sacramento de salvación, y envió a los Apóstoles a todo el mundo, como El había sido enviado por el Padre (Cf. Jn., 20,21)(AG5). Todos los evangelistas, al narrar el encuentro del Resucitado con los Apóstoles, concluyen con el mandato misional: "Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra. Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes. Sabed que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo" (Mt 28, 18-20; cfr Mc 16, 15-18; Lc 24, 46-49; Jn 20, 21-23)(RMi22). Por ello incumbe a la Iglesia el deber de propagar la fe y la salvación de Cristo (AG5).
Todo el trabajo que la Iglesia hace para anunciar al mundo el Evangelio, recibe el nombre de Evangelización. Por eso, la misión de la Iglesia, su esencia misma es Evangelizar. Dice AG2 que "La Iglesia peregrinante es, por su naturaleza, misionera, puesto que toma su origen de la misión del Hijo y de la misión del Espíritu Santo, según el propósito de Dios Padre". Y EN 14 exclama que "la gracia y la vocación propia de la Iglesia su identidad más profunda, es evangelizar. Ella existe para evangelizar".
Si bien muchas veces se utilizan como sinónimo las palabras “Evangelización” (término que pone énfasis en la predicación del Evangelio) y “Misión” (que pone énfasis en el mandato o envío) es importante distinguir la actividad específicamente misionera dentro de la obra evangelizadora de la Iglesia. También es importante distinguirla de la misión "genérica" de la que todos los cristianos somos partícipes en virtud del bautismo (crf RMi 71), al igual que todos los laicos somos genéricamente Sacerdotes, Profetas y Reyes.
Las diferencias en cuanto a la actividad dentro de esta misión evangelizadora de la Iglesia nacen de las diversas circunstancias en las que ésta se desarrolla. Mirando al mundo actual, desde el punto de vista de la evangelización, se pueden distinguir tres situaciones (Cfr. RMi33):
· Primera Evangelización (= Misión Ad Gentes = Actividad Misionera Específica): Es aquella actividad misionera de la Iglesia que se dirige a pueblos, grupos humanos, contexto socioculturales donde Cristo y su Evangelio no son conocidos, o donde faltan comunidades cristianas suficientemente maduras como para poder encarnar la fe en el propio ambiente y anunciarla a otros grupos. Es la actividad evangelizadora que se dirige a "los que todavía no" son cristianos.
· Actividad Pastoral (= Atención Pastoral = Pastoral de Conservación = Pastoral Odegética): Hay también comunidades cristianas con estructura eclesiales adecuadas y sólidas; tienen un gran fervor de fe de vida; irradian el testimonio del Evangelio en su ambiente y sienten el compromiso de la misión universal. En ellas se desarrolla la actividad o atención pastoral de la Iglesia. Es la actividad evangelizadora que se dirige a "los que ya" son cristianos. Mientras la Actividad Misionera usa una metodología de conversión individual, la Actividad Pastoral es más bien grupal o masiva.
· Nueva Evangelización (= Reevangelización): Se da, por último, una situación intermedia, especial mente en los países de antigua cristiandad, pero a veces también en las Iglesias más jóvenes, donde grupos enteros de bautizados han perdido el sentido vivo de la fe o incluso no se reconocen ya como miembros de la Iglesia, llevando una existencia alejada de Cristo y de su Evangelio. En este caso es necesaria una "nueva evangelización" o "reevangelizacion". Es la actividad evangelizadora que se dirige a "los que ya no" son cristianos.
Aclarados estos conceptos, podemos delimintar el ámbito de las palabras Evangelización y Misión. La palabra Evangelización se utiliza para referirse a toda la actividad de la Iglesia en cuanto que anuncia a Jesucristo, mientras que la palabra Misión se refiere específicamente a la Primera Evangelización, y un poco más generalmente, también a la Nueva Evangelización.
Cabe también destacar la concepción renovada de la Misión Ad Gentes que desarrolla Juan Pablo II en Redemptoris Missio. Anteriormente al Concilio, se había afirmado sencillamente que la Misióin Ad Gentes se desarrollaba en los llamados "territorios de misión". El Decreto Ad Gentes suaviza esta afirmación diciendo que la actividad misionera, "de ordinario" se realiza en los territorios de misión (AG6). Juan Pablo II comienza afirmando que "la misión Ad Gentes, en virtud del mandato universal de Cristo no conoce confines" (RM37), y a continuación delinea diversos ámbitos de la misma:
· Ambitos territoriales: El primero (y más antiguo) de los criterios para delimitar la Misión Ad Gentes es el geográfico. Especialmente en Asia, pero también en Africa, América Latina y Oceanía, hay vastas zonas sin evangelizar; a pueblos enteros y áreas culturales de gran importancia en no pocas naciones no ha llegado aún el anuncio evangélico y la presencia de la Iglesia local. Incluso en países tradicionalmente cristianos hay regiones confiadas al régimen especial de la misión ad gentes, grupos y áreas no evangelizadas.
· Mundos y fenómenos sociales nuevos. la urbanización y en el incremento masivo de las ciudades, sobre todo donde es más fuerte la presión demográfica. Por otra parte, las migraciones han producido un fenómeno nuevo: los no cristianos llegan en gran número a los países de antigua cristiandad, creando nuevas ocasiones de comunicación e intercambios culturales, lo cual exige a la Iglesia la acogida, el diálogo, la ayuda y, en una palabra, la fraternidad.
· Areas culturales o areópagos modernos.: el mundo de la comunicación (los medios de comunicación social), el compromiso por la paz, el desarrollo y la liberación de los pueblos; los derechos del hombre y de los pueblos, sobre todo los de las minorías; la promoción de la mujer y del niño; la salvaguardia de la creación, son otros tantos sectores que han de ser iluminados con la luz del Evangelio. Hay que recordar, además, el vastísimo areópago de la cultura, de la investigación científica, de las relaciones internacionales que favorecen el diálogo y conducen a nuevos proyectos de vida.
Para concluir, es importante recordar las palabras con que Juan Pablo II comienza su Carta Encíclica Redemptoris Missio: "La Misión de Cristo Redentor, confiada a la Iglesia, está aún lejos de cumplirse. A finales del segundo milenio después de su venida, una mirada global a la humanidad demuestra que esta misión se halla todavía en los comienzos y que debemos comprometernos con todas nuestras energías en su servicio" (RMi1).